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La metarmofosis de mi cuerpo.

La metarmofosis de mi cuerpo.

El arte de amar nunca había sido tan complicado cuando se trata de amarte a ti misma; porque claro, es fácil enamorarse de lo momentáneo, de lo ajeno, de lo procesado, pero pocas veces puedes enamorarte de tu naturaleza, porque estás viviendo como protagonista y no espectadora. Entonces no puedes mirar completamente lo cuán hermosa puedes llegar a ser con el hecho de ser imperfecta, con tan solo el hecho de mostrar vida y de sentir la vida, te puedes cegar por todos tus defectos y nunca reconocer tus virtudes.

Tras todo esto se encuentra la autoestima, esa que viene acompañada de un discurso de “amor propio” y de aceptación. Para lograr que estos discursos entren en reflexión, tendríamos que echar un vistazo ,primero, al proceso que mi cuerpo ha llevado ,a lo largo de todos estos años, junto con los ideales que yo he asumido. Indagando, entonces, en el origen del rechazo.

Tocar el tema de los estigmas y prejuicios sociales nos hace pensar en que constantemente hay una comparación que pone en juego el desarrollo de todas las personas, y en este caso me gustaría hablar por ambos géneros biológicos: mujeres y hombres. Socialmente la diferencia de los géneros ha sido muy marca por limitaciones, si bien corporalmente ya existen estas diferencias; la expresión de los cuerpos se reduce aún más en cuanto se trata de personalidad.

Notoriamente se ha visto la restricción que se produce en que las personas muestren su cuerpo de diferentes maneras. Pues bien en las tallas y moldes de la ropa encontramos estas percepciones sociales por determinar qué tipo de atuendo le va mejor a tu figura corporal; porque claro sencillamente puedes sentir la incomodidad de ponerte un top ajustado por los rollitos del abdomen o por lo vulgar que se vería un chico enseñando el ombligo, las mangas descubiertas en los brazos flacos, nada tonificados, o en los trajes de baño que en las tallas grandes pareciera ser una ofensa para las tiendas, tanto que tratan de modificar los bikinis para tapar las “imperfecciones” y que la persona pueda sentirse cómoda con ello. En tanto a los hombres no pierdan la masculinidad de su cuerpo y las mujeres no conviertan la feminidad en atrevimiento, el amor propio será reconocido en la hipocresía del respeto.

Entonces, cuando encontramos que no es culpa nuestra no poder aceptarnos empezamos a entender que aunque constantemente requerimos de la validación de los demás es muy difícil contar con ello, porque siendo sujetos subjetivos las opiniones son diversas y van a ir cambiando con forme nuestra capacidad social aumente y hayamos experimentado cercanía con muchos tipos de personalidades y situaciones. Por lo que la libertad de ser yo misma sería una decisión egoísta necesaria a tomar para no sufrir de una baja autoestima. Continuando en el camino de la autoestima aceptamos ese rechazo asumiendo lo imperfecta que puedo llegar a ser con mi carácter, con mis errores y con mi cuerpo, pero siempre valorando lo que cada parte negativa de mí ha logrado a impulsar en mi vida. Este proceso es el segundo paso y se le llama gratitud.

Cuando reforzamos la autoestima por medio de la gratitud nos volvemos seres más conectados con lo que ya tenemos y difícilmente recurrimos a comparaciones y ansiedades, porque creamos una confianza que nos permite creer en poder cumplir nuestros objetivos, asumiendo los lados poco agradables de la vida y con ello mis defectos. Es una manera de regular las emociones negativas, y cuando yo no me estoy aceptando puedo recurrir a detalles que sí tengo, pero que había ignorado durante mucho tiempo.

En la psicología, la percepción puede tener mucha relevancia en este tema porque con ella desarrollo la configuración que yo tengo de mi realidad, y por ende busco nombrarme física y mentalmente con esta realidad, de modo que si yo percibo una realidad cruel, sin amor, yo también me voy a proyectar así. Cuando en los discursos encontramos la desaprobación, nuestros sentidos sensoriales sienten un desagrado que produce tomar una decisión conductual en torno a él; entonces, si vemos que suele ser complicado contar con la aprobación de todas las personas y refuerzo el conocimiento que tengo de mi cuerpo, estos discursos los puedo tener en cuenta, pero no puedo asumirlos de manera muy personal. Por lo que, si estoy en la búsqueda de esa “amor propio” es necesario deconstruirme de los discursos sociales sobre mi identidad, analizar desde dónde y quiénes vienen, y crear una identidad que vaya con un estilo de vida real, una personalidad balanceada que me genera un amor por lo natural y no por lo perfeccionista.

Si yo estoy teniendo problemas con mi cuerpo y lo oculto por no querer escuchar críticas, pero eso tampoco me hace sentir bien conmigo, en definitiva me estoy fallando porque estoy dejando la preferencia sobre mí a otras personas que tal vez, también son inseguras, y caigo en esta trampa de la sumisión. Así que la mejor manera de amar lo propio es permitiendo escuchar, escuchar sus necesidades, sus inseguridades, sus defectos, su historia, pero ante todo sus sueños, porque analizando estos puntos puedo darme cuenta si estoy continuando con la línea de la espectadora o protagonista en el enamoramiento propio.

Texto por:

Sarai Feria

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